• Pichincha es una de las diez provincias de la sierra ecuatoriana. En ella se encuentra el Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), la capital del país, lo que la convierte en un centro político, económico y comercial. Se divide en los cantones Cayambe, Pedro Moncayo, San Miguel de los Bancos, Pedro Vicente Maldonado, Puerto Quito, Mejía, Rumiñahui y Quito, los cuales han desarrollado dinámicas sociales, económicas y productivas gracias a su interacción con el DMQ, las provincias aledañas y las zonas rurales. Como se aclaró previamente, la delimitación del campo de estudio de esta investigación comprende estos cantones. A continuación, se exponen algunos datos para caracterizar estos territorios.

Aspectos generales de la provincia

La provincia tiene una extensión de 9 692 km2 y concentra el 17,8% de la población nacional con

3 228 233 habitantes (Villacís y Carrillo, 2012: 77), por lo que presenta una densidad poblacional de 333 personas por km2. No obstante, el DMQ acumula el 87% de la población de la provincia; de modo que 419 670 habitantes, que representan el 13% restante, ocupan el 56% del territorio, por lo que la densidad poblacional es de 79 personas por km2, en los 5 290 km2 que suman los cantones (INEC, 2011).

Aspectos demográficos​​

 

En cuanto a los aspectos demográficos, la distribución etaria de la provincia concentra una mayor cantidad de infancia y juventud: 28,1% de niños, niñas y adolescentes de 0 a 15 años; 28,2% de jóvenes de 15 a 29 años; 37,5% de adultos entre 30 y 60 años, y 6,3% adultos mayores de 65 años en adelante. Con respecto a la etnia, el 82% de la población se autoidentifica como mestiza; 6,3%, como blanca; 5,3%, como indígena; 4,5%, como afroecuatoriana, y 1,2%, como montubia. Además, en Pichincha se localizan las nacionalidades kitu kara, con aproximadamente 100 000 habitantes, y cayambi, con 120 000 habitantes, las cuales son kichwahablantes. Por otro lado, el 48,2% de la población se identifica como hombre y el 51,3% como mujer (INEC, 2011).

DATOS GENERALES DEL MAPEO

Durante la primera fase de mapeo, se identificaron 374 infraestructuras culturales en Pichincha; sin embargo, no fue posible el acceso o levantamiento de datos de todas. De estas, se registraron 290 infraestructuras en las fichas técnicas, cuya información se expone a continuación.

En un primer momento, el recuento y distribución de las infraestructuras culturales en Pichincha se organizó de la siguiente manera:

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De estas infraestructuras, 66 son consideradas patrimoniales, sea porque contemplan o gestionan un patrimonio cultural material o inmaterial reconocido a nivel nacional, sea porque la edificación en donde se localizan ha sido valorada como patrimonial por su tiempo de existencia. 

267 infraestructuras culturales se encuentran activas y 23 cerraron, sobre todo, debido a las consecuencias del Covid-19 para la gestión cultural. 244 (84%) enfrentaron algún tipo de interrupción de actividades durante la pandemia. 

Tipos de infraestructuras

Se identificaron 27 tipos de infraestructuras culturales en Pichincha, a partir de la socialización realizada con los gestores, artistas y comunidades involucrados en los 290 espacios mapeados. Dependiendo de su tipo de actividad, dimensiones, localización, prácticas de producción y gestión cultural, entre otros, esta tipificación se jerarquizó de la siguiente manera:

La mayoría de infraestructuras culturales mapeadas son parques (10%) debido a que estos espacios públicos se han convertido en plataformas útiles para diversas manifestaciones culturales y la confluencia de las comunidades. En seguida, las principales infraestructuras identificadas son los espacios multiuso (7,9%), por su capacidad de albergar diversas acciones y propuestas de las comunidades, y las canchas (7,6%), como espacios abiertos y con diversas posibilidades de gestión. En tercera posición, las infraestructuras no convencionales (6,9%), definidas de esta manera debido a la diversidad de sitios, de formas de emplazamiento en el espacio, por ser procesos que no tienen un espacio físico o por aglutinar diferentes espacios en circuitos culturales. A estas, le siguen los centros culturales (6,6%), espacios para la promoción y gestión de propuestas fruto del trabajo colectivo y colaborativo, y los coliseos (6,6%), caracterizados por la apertura a propuestas por parte de instituciones privadas y públicas y por ser espacios de encuentro social de las comunidades circundantes. 

 

Por otra parte, los salones y auditorios (4,5%), las plazas (4,1%), que ocupan el quinto lugar, y los estadios (2,1%) son espacios que se caracterizan por tener las condiciones necesarias para acoger a grupos medianos y grandes de público, y ofrecer una variedad de actividades. En sexta posición están las bibliotecas (3,8%), que son infraestructuras culturales que han tenido una expansión sostenida en los territorios, producto de los procesos de alfabetización y promoción de la lectura por parte de instituciones públicas; las iglesias (3,4%) que ofrecen actividades culturales y están dispuestas a la gestión de artistas o colectivos que buscan espacios amplios para la interacción con públicos; y los espacios agroturísticos (3,4%) que sostienen propuestas para la vinculación con la cosmovisión andina, la cultura agraria y el turismo ecológico. 

 

Las demás infraestructuras tienen una presencia minoritaria en el mapeo, pero no por eso son menos significativas. De hecho, dan cuenta de tipos de gestión y propuestas de actividades específicas. Así, algunas comparten características o propósitos similares, como los talleres (3,1%), talleres-galería (2,8%) y espacios para la producción (2,4%), que son espacios para distintos tipos de práctica artística, aunque se diferencian por la exhibición de obras, productos o procesos y por su articulación con gestores o artistas para acciones específicas en la cadena de producción de dichas prácticas.

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Patio

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Estadio

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Iglesia

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Teatro

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Museo

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Auditorio

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Biblioteca

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Plaza

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Salón

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Lugar patrimonial

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Cancha

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Coliseo

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No convencional

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Parque

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Casa

Revisa las categorías de este mapeo, conoce las distintas  infraestructuras de la provincia

La mayoría de infraestructuras culturales mapeadas son parques (10%) debido a que estos espacios públicos se han convertido en plataformas útiles para diversas manifestaciones culturales y la confluencia de las comunidades. En seguida, las principales infraestructuras identificadas son los espacios multiuso (7,9%), por su capacidad de albergar diversas acciones y propuestas de las comunidades, y las canchas (7,6%), como espacios abiertos y con diversas posibilidades de gestión. En tercera posición, las infraestructuras no convencionales (6,9%), definidas de esta manera debido a la diversidad de sitios, de formas de emplazamiento en el espacio, por ser procesos que no tienen un espacio físico o por aglutinar diferentes espacios en circuitos culturales. A estas, le siguen los centros culturales (6,6%), espacios para la promoción y gestión de propuestas fruto del trabajo colectivo y colaborativo, y los coliseos (6,6%), caracterizados por la apertura a propuestas por parte de instituciones privadas y públicas y por ser espacios de encuentro social de las comunidades circundantes. 

Por otra parte, los salones y auditorios (4,5%), las plazas (4,1%), que ocupan el quinto lugar, y los estadios (2,1%) son espacios que se caracterizan por tener las condiciones necesarias para acoger a grupos medianos y grandes de público, y ofrecer una variedad de actividades. En sexta posición están las bibliotecas (3,8%), que son infraestructuras culturales que han tenido una expansión sostenida en los territorios, producto de los procesos de alfabetización y promoción de la lectura por parte de instituciones públicas; las iglesias (3,4%) que ofrecen actividades culturales y están dispuestas a la gestión de artistas o colectivos que buscan espacios amplios para la interacción con públicos; y los espacios agroturísticos (3,4%) que sostienen propuestas para la vinculación con la cosmovisión andina, la cultura agraria y el turismo ecológico. 

Las demás infraestructuras tienen una presencia minoritaria en el mapeo, pero no por eso son menos significativas. De hecho, dan cuenta de tipos de gestión y propuestas de actividades específicas. Así, algunas comparten características o propósitos similares, como los talleres (3,1%), talleres-galería (2,8%) y espacios para la producción (2,4%), que son espacios para distintos tipos de práctica artística, aunque se diferencian por la exhibición de obras, productos o procesos y por su articulación con gestores o artistas para acciones específicas en la cadena de producción de dichas prácticas. 

Además, las ferias (2,4%) se consideraron también como un tipo de infraestructura cultural, ya que sostienen prácticas y relaciones culturales alrededor de la economía popular y solidaria y la producción agraria, prácticas profundamente arraigadas en las comunidades. Asimismo, las casas barriales y comunales (4,1%) son espacios gestionados y tienen apropiación desde la comunidad.

Respecto al tiempo de existencia de las infraestructuras, se observa que 174 (62%) tienen un tiempo de existencia de uno a 30 años; 37 (13%), de 31 a 50 años; 33 (11%), de 50 a 100 años; 19 (7%), 100 o más años, y 19 (7%), menos de un año. En cuanto a su tiempo de actividad como infraestructuras culturales, se registra que 133 (47%) tienen una década de activación, 21 (7%) han incursionado durante el último año y 78 (28%) tienen de 11 a 30 años de estar activas. 43 infraestructuras (16%) tienen entre 30 a 100 años de actividad.

Condiciones de las edificaciones:

La mayoría de edificaciones que albergan infraestructuras culturales son casas (28%) adaptadas para los propósitos de la gestión y producción cultural. A estas, le siguen los parques (11,8%), plazas (8,7%) y coliseos (8%), edificaciones y espacios públicos que se apropian y tienen apertura para una diversidad de propuestas. Los edificios (3,8%) y salones (3,8%), de manera similar a las casas, se adaptan a las necesidades de las infraestructuras culturales, pero estos son de mayor tamaño y, por tanto, tienen capacidad para públicos más numerosos. Los lugares patrimoniales (3,8%) hacen referencia a edificaciones históricas o sitios arqueológicos en los que se instalan infraestructuras culturales, así como en el caso de los complejos arqueológicos (2,1%). 

Otros tipos de edificación son las tarimas móviles (2,4%), dispositivos que se instalan para acoger eventos masivos; los centros informáticos (2,4%), creados específicamente para brindar acceso a medios de información y comunicación electrónica que, además, se utilizan para actividades como reuniones o talleres culturales, y las fincas, haciendas o huertos (2,4%) que se dedican específicamente al agroturismo. 

Cabe destacar que se mapearon museos (2,1%) y teatros (1,4%) en menor medida, lo que indica que la mayoría de edificaciones adaptadas para este tipo de espacios son casas y edificios. De la misma manera, la diferencia en el conteo de auditorios (2,1%) que se edificaron específicamente para este propósito son edificaciones que se adaptan al uso.

Respecto al aforo, 44% de las infraestructuras mapeadas tienen capacidad para una a 100 personas. A estas, le sigue el 18%, con espacio para 101 a 300 personas, y el 12%, para 301 a 500 personas. Cabe destacar que el 11% de las infraestructuras, distribuidas en todos los ejes territoriales, tienen la posibilidad de acoger de 1 000 a 10 000 personas.

De acuerdo con sus dimensiones, es posible indicar que: 

  • La mayoría de las infraestructuras (37,9%) son consideradas grandes, como plazas, parques, canchas o propiedades amplias. Otras, más grandes, se registran en menor medida (8,3%), como estadios, áreas arqueológicas, edificios, quintas, haciendas o explanadas.
  • El 33,1% son medianas, como casas, pisos de un edificio, patios o espacios abiertos.
  • El 19,3% son pequeñas, como cuartos, locales o espacios similares a una vivienda pequeña.
  • El 1,4% representan infraestructuras de dimensiones variables, que ocupan diversos espacios, que se utilizan en circunstancias específicas, como las rutas del Inti Raymi, o no convencionales.

Condiciones para la gestión

Durante el levantamiento de información, se analizaron los tipos principales de acceso y gestión de las infraestructuras culturales de la provincia. Esta clasificación permite entender cuáles son las principales estrategias mediante las que propietarios, gestores, artistas y la ciudadanía se relacionan a través de estos espacios. 

* El principal medio para la gestión es el permiso (28%); es decir, toda forma en que un propietario o custodio concede acceso al espacio sin necesidad de un intercambio económico, para la realización de actividades. A este tipo de estrategia, se pueden agregar los convenios (10,4%), que tienen el mismo carácter, pero formalizan la relación entre quien administra o custodia la infraestructura y las organizaciones, asociaciones o gestores que proponen las actividades. 

* Algunas infraestructuras no requieren algún tipo de acción o formalización para su uso (5,2%), como aquellas abiertas al público (11,1%). 

* Se identificó el desarrollo de varios tipos de estrategias de vinculación y relación entre administradores de las infraestructuras, así como entre quienes generan propuestas: el trabajo colaborativo (18,3%), que se refiere a prácticas en que las partes disponen recursos y servicios para la realización de actividades; la gestión colaborativa (2,3%), según la cual los involucrados generan las acciones necesarias para conseguir recursos para la realización de actividades, y la autogestión (3,5%), que hace referencia principalmente a la autonomía de las infraestructuras para obtener o invertir recursos en sus actividades y funcionamiento.

* Se registraron actividades que responden a alguna forma de intercambio o relación económica entre las partes: alquiler de espacios (7,6%); actividades particulares (6,9%), como la venta de productos, eventos privados, entre otros; contratos (2,4%), y talleres artísticos (1,4%).

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Además, gracias a la diversidad de actividades que se desarrollan en cada infraestructura, se logró clasificarlas en función de su predominancia. Se registraron:

*Actividades recreativas (36,4%): aquellas destinadas al uso del tiempo libre, entretenimiento y esparcimiento.

*Actividades de formación (14%): toda forma de educación, formal o no formal, abierta al público. 

*Manifestaciones culturales (9,4%): todo tipo de actividades en las que las comunidades celebran su identidad cultural, como el caso de los Inti Raymi, danzas y otro tipo de ceremonias. 

*Comercialización de productos artísticos o culturales: exposiciones (4,9%), presentaciones artísticas (4,5%) o producción de insumos culturales, como instrumentos musicales o vestuario para bailarines (3,8%).

*Producción cultural: producción de artes visuales (1,7%), producción musical (0,7%), producción audiovisual (1,4%) y ensayos (1,4%).

*Eventos masivos (1,4%) y a pequeña escala (3,8%) o conciertos (0,3%). 

*Actividades religiosas (1,7%) en iglesias.

*Reuniones con la comunidad (4,2%) en centros o casas comunales. 

*Actividades turísticas comerciales (3,1%) y ferias (1,7%).

En cuanto a las maneras de gestionar los recursos de las infraestructuras culturales, se observó una predominancia del uso de recursos públicos (46,2%), debido a que la mayoría son espacios con alguna forma de administración o se encuentran en propiedad pública. A esta, le sigue la autogestión (34,1%), desde la inversión propia hasta la obtención de recursos de las actividades programadas. La inversión privada (12,8%) y otros tipos de financiamiento son menores. 

Respecto a la frecuencia de actividades anuales, se observó que la mayoría de infraestructuras culturales desarrollan de 1 a 25 (36%) y de 101 a 250 (26%). A estas les siguen aquellas que realizan un promedio de 26 a 100 eventos (26%). En muchos menos casos, se registró una gran cantidad de actividades: entre 250 y 1 000 (10%).

Sobre la cantidad de personas que asisten a las actividades propuestas en las infraestructuras mapeadas, se registró un promedio de 703 620 personas por año. 

A esto se suma que el 64% de las infraestructuras culturales ofrecen actividades gratuitas que, según la distribución territorial, se desarrollan principalmente en Noroccidente y Mejía. De este porcentaje, 25% mantienen actividades pagadas, 64 infraestructuras (22%) cobran por toda su programación, mientras que el resto de infraestructuras (17%) cobran por un 75% a 25% de actividades.

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Quienes administran las infraestructuras culturales no son necesariamente los propietarios de las mismas, por lo que se denomina “custodios” a los individuos, colectividades y comunidades que se encargan de la realización de actividades y eventos y gestionan estos espacios. Además, la diferencia entre la personería jurídica y natural, como figuras legales, permite comprender cuál es el tipo de formalización de la propiedad. En este sentido, se observó que los propietarios del 71% de las infraestructuras culturales mapeadas tienen personería jurídica, mientras que el 63,4% de dichos espacios es gestionado por custodios bajo la figura de personas naturales. En los ejes territoriales, el tipo de personería se distribuye de la siguiente manera:

Respecto a la propiedad de las infraestructuras, se consideró el tipo y el estado de la propiedad. El primero se refiere al dueño o figura que tiene la potestad de propiedad. Los principales tipos son la propiedad pública (35,7%) y la privada (34,6%), seguidas por la propiedad colectiva (15%) y la institucional (14,7%).

Por otro lado, el estado de la propiedad se refiere a cómo custodios o propietarios establecen los términos de permanencia en sus infraestructuras. En este caso, es importante resaltar que la mayoría de infraestructuras culturales son propias (73,4%); solo el 8,7% son arrendadas, el 5,2% son comunales o comodatos y el 1,4%, prestadas. Es importante destacar que Rumiñahui es el eje territorial con la menor cantidad de infraestructuras propias y con el mayor número de casos de propiedad comunal.

Necesidades de las infraestructuras culturales

Sobre las necesidades de las infraestructuras en los ejes territoriales, se constató que la preocupación principal es por la inversión (18,7%), seguida por la mejora en equipamientos (17,5%), reparaciones a la infraestructura (14,3%), gestión de públicos (12,3%) y publicidad (12,3%), mejora de las condiciones de acceso (11,2%), y dinamización de la gestión en general (11%). 

El conteo de necesidades muestra que las preocupaciones y recurrencia en estas estrategias son persistentes. Cabe indicar que se evidenció que las infraestructuras de Mejía tienen un menor número de requerimientos, lo que concuerda con el mejor estado de las infraestructuras de este eje territorial. Sin embargo, las infraestructuras de Cayambe y los cantones de Noroccidente tienen más necesidades.